
19 Ago Naked dress: la ultima tendencia
El ‘naked dress’ reinventa la anatomía a base de referencias surrealistas y superposiciones. Un juego entre lo oculto y lo visible, del cual ya nadie se resiste.
Pongamos que una mujer sube una foto a Instagram en la que muestra abiertamente su cuerpo. La cancelación de la cuenta sería cuestión de minutos conociendo las estrictas políticas de censura de la red. ¿Pero qué pasa si esos pezones no son suyos y están pintados sobre la prenda? Diriamos que la cosa cambia pero no. Lo probé en mi propia cuenta y aunque las partes intimas del cuerpo estén “impresos” sobre la tela, la censura persiste (a menos que seas una influencer o tengas el tilde azul). Eso es exactamente lo que ocurrió hace apenas unos meses cuando la estilista y diseñadora Lotta Volkova presentó su colección para Jean Paul Gaultier, en la que versionó algunos de los diseños más icónicos del diseñador francés.
Estos vestidos desnudos que imprimen sobre la tela una segunda piel juegan con las reglas del ver/ocultar y obviamente, con el algoritmo de Instagram. Hablando de los diseños en particular son espectaculares y tienen un nivel de realidad muy alto. Crean un ‘trampantojo’ fascinante en el que se trabaja con la idea del pudor moral, tradicionalmente conseguido a través de ocultar el cuerpo mediante capas de tela. Por supuesto que se hicieron virales muy rápido en las redes y mucho más después de que Chiara Ferragni posteara una foto con un top de la colección.
Irónicamente –o quizás precisamente por eso–, en un tiempo en el que la censura online a la anatomía femenina impera y la autoridad sobre el cuerpo propio se pone en entredicho, los controvertidos diseños de Volkova no suponen un caso aislado esta temporada.
El retorno del naked dress, que fue furor en los 90 de la mano de Kate Moss o Naomi Campbell, regresa con fuerza este 2022, pero lo hace, precisamente con esa ironía y desafío que traen consigo desde la impresión de siluetas humanas sobre lycra a la inclusión de objetos que desdibujan la anatomía.
Hoy, hay ciertos matices en el diseño de estas prendas, firmas como Bottega Veneta o No. 21, que este otoño abogan por la versión más clásica del término, con encajes y lamés que dejan adivinar la piel; pero también otras como Balmain, Y/Project o la española Syndical Chamber, que proponen cuerpos futuristas pintados sobre ajustadísimos tejidos.
Y, en realidad, ahí se encuentra el atractivo de este gran retorno: en que si bien el naked dress lleva desde los 70 acaparando flashes, este 2022 no se presenta como una prenda reveladora, sino liberadora e inspiradora que permite a todo aquel que la luzca reinventarse o reafirmarse. Y, claro, eso no hay algoritmo que lo tumbe.
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