
10 May Los nuevos objetos de deseo
Ya vimos que la nueva estética (la dictadura de lo feo) se convirtió en un gran pilar en algunas de las marcas, como Balenciaga y Vetements. Pero hay objetos de la vida cotidiana que se suman a la moda y se convierten en la objetos de deseos.
Si buscamos un comienzo de esta tendencia, Marcel Duchamp se propuso destruir el sistema establecido. Con la idea de crear la composición de una rueda de bicicleta sobre un banco en 1913, el artista comenzó un movimiento de obras de carácter irónico-satírico que culminaría dos años más tarde con La fuente. Dio comienzo al movimiento ready made o, dicho en otras palabras, sacar un objeto de su contexto para situarlo en el ámbito de lo artístico.
Durante los últimos años, la moda ha trabajado en la línea de Duchamp, generando controversia y admiración a partes iguales.
Elsa Schiaparelli fue pionera en la industria de la moda, al incluir en su colección un sombrero en forma de zapato. Inspirada en las obras de Dalí, Elsa incluía todo tipo de objetos dentro de sus diseños como el famoso vestido de langosta pintado a mano por el propio artista de Figueras, la polvera teléfono o los botones con motivos de insectos o acróbatas, el vestido esqueleto de crespón negro con acolchados simulando los huesos, o el traje de bolsillos a modo de cajones.
La unión de Schiaparelli y Dalí fue tan creativa como influyente. Un legado que hoy en día continúa vigente y subversivo, y al acuden la mayor parte de los diseñadores contemporáneos, especialmente los más disruptivos.
Y uno de los precursores (en la actualidad) es Denma Gvasalia, ha dedicado su carrera a elevar los objetos cotidianos. “Me encanta la ropa desde que era muy, muy pequeño. Mi madre no tenía nada a la moda; como si ella no tuviera un armario, así que cuando era niño usaba objetos que iba encontrando para jugar a diseñar.
Ese manejo del objeto cotidiano le llevó precisamente a crear unos zapatos con tacones de mechero o de subrayador fluorescente para Vetements y a reinterpretar para Balenciaga el objeto más mainstream del mundo: la bolsa azul de Ikea.
Jeremy Scott, es el rey de este tipo de productos y ya forma parte de su ADN como diseñador. No solo en su propia marca homónima, sino también en la marca italiana, Moschino uniendo lo mejor de la casa Italiana y su rebeldía como enfant terrible. Con un inmenso sentido del humor y una privilegiada mente creativa, Scott es capaz de usar cualquier elemento de la cultura popular y subirlo a la pasarela haciendo no solo que encaje perfectamente sino que cobre un sentido.
¿Quién si no él podría dedicar colecciones al Happy Meal de McDonalds o a la muñeca Barbie y crear el packaging de un perfume como si fuese un limpiavideios?
Martin Margiela
Otros diseñadores, no tan audaces y de una forma más sutil, llegaron también a poner en práctica el ready made Karl Lagerfeld y su colección inspirada en un supermercado es quizás el mejor ejemplo y Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton, que en un afán por fusionar el pasado con el presente llegó a crear bolsos con apariencia de placas de ordenador.
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